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El 2020 trajo problemas a múltiples sectores, entre ellos a la industria automotriz y, en consecuencia, a la oferta de empresas rentadoras de automóviles. Al cierre de fronteras y la baja de reservas se sumaron problemas en la fabricación de vehículos a nivel mundial. Cómo repercutió en los precios y qué se espera para los próximos meses, de eso hablaremos en esta nota.
El final del 2021 nos tiene a todos googleando destinos para tomarnos unos días y viajar. Después de más de un año de distancia social, cierre de fronteras y restricción de actividades, muchos estamos necesitando un poco de aire fresco y de descanso. La creciente vacunación y la apertura de actividades parecen dar esperanzas para emprender un viaje. Sin embargo, esa ilusión empieza a pincharse cuando miramos los precios.
Con más de un año de turismo frenado, es de esperar que los vuelos nos parezcan caros. Sin embargo, cuando buscamos una alternativa para movernos, también encontramos precios incrementados. Las tarifas de las rentadoras de automóviles se triplicaron y disminuyó la calidad de las flotas disponibles. Y, lejos de ser una problemática local, se encuentra el mismo problema a nivel mundial.
El problema de las rentadoras de automóviles comenzó cuando la pandemia obligó el cierre de fábricas y de fronteras. Y no sólo porque la gente no estaba haciendo turismo, sino porque afectó directamente a la industria automotriz ¿Cómo está relacionado? Para ello es necesario entender una parte de este negocio.
Una de las claves de las rentadoras es comprar una gran cantidad de autos a la fábrica de manera directa, alquilarlos un tiempo o cantidad de kilómetros y luego venderlos como usados. En un contexto pandémico, muchas decidieron vender parte de su flota porque mantenerla era contar un capital inmovilizado al mismo tiempo que se debían seguir pagando impuestos.
Sin embargo, cuando volvieron a estar activas, se encontraron con que la industria automotriz estaba empezando a sufrir ciertos problemas de producción. Las grandes fábricas encontraron escasez en la producción de componentes tecnológicos, lo que paralizó a la industria automotriz mundial.
Concretamente, lo que dejó de fabricarse durante el 2020 fueron los semiconductores necesarios para computadoras portátiles, dispositivos electrónicos y vehículos. Estos semiconductores son básicos para la fabricación de automóviles, dado que de ellos depende el funcionamiento del motor, la dirección asistida, la cerradura de las puertas o el sistema de acceso al coche sin llave.
Al mismo tiempo que se cerraban las fábricas, la gente pasaba su vida a la virtualidad. Eso implicó un alza en las ventas de computadoras, móviles y consolas de videojuegos, por lo que estas industrias siguieron consumiendo de los microchips que estaban en stock. Y eso no es todo. En el último año se vio un auge por la minería de criptomonedas. Para poder realizar dicho proceso, también son necesarias computadoras potentes que requieren de estos microchips. Por lo que la demanda de estos componentes siguió siendo alta.
Ahora bien, la producción de estos microchips no tuvo el mismo crecimiento. A los primeros meses de paro se pueden sumar una serie de infortunios, como que uno de los principales fabricantes en Japón sufrió un incendio que dejó improductiva toda la planta.
En un principio eso no fue un problema para la industria automotriz. Pronosticando una baja en el consumo, las automotrices cancelaron los pedidos de estos microchips. Sin embargo, la situación se complicó cuando el mercado se reactivó ya que no había la cantidad suficiente.
La diferencia entre oferta y demanda fue tal, que hasta el día de hoy tienen problemas de producción. De acuerdo con el periódico Los Ángeles Times, Nissan planea fabricar 500.000 automóviles menos en 2021. Mientras que otras empresas, como General Motors, siguieron fabricando autos pero los tienen almacenados esperando los microchips que necesitan para su funcionamiento.
Esta escasez de automóviles hizo que la industria del alquiler de vehículos no pueda renovar su flota envejecida. Tal es así que, de acuerdo con la Asociación Estadounidense de Alquiler de Automóviles, el sector cambió menos de la mitad de los autos que en el 2019.
Al haber menos coches disponibles se encareció el precio a más del doble de lo que costaba hace 2 años. Al mismo tiempo, hizo que el servicio ya no sea lo que solía ser. Teniendo en cuenta que las empresas rentadoras de automóviles cambiaban sus automóviles cuando éstos llegaban a las 50000 millas como máximo y que debido a la situación actual están manteniéndolos hasta las 95000 millas, se ve claramente el deterioro de las flotas.
El panorama no parece alentador para los próximos meses. Los precios se mantendrían altos sobre todo en temporada alta y, reservar con poco tiempo de previsión haría que no siempre haya buenas opciones disponibles. Por eso, los expertos recomiendan planificar los viajes con tiempo y rentar el auto con antelación. De esta forma, será posible garantizar la elección de un buen coche y encontrar un precio razonable.
Aquellas rentadoras de automóviles que sepan leer el panorama y ofrecer ofertas diferenciales serán las ganadoras de la temporada. Para ello, la tecnología ya está dando una respuesta. Sistemas como Rently cuentan con funciones que permiten optimizar los precios haciendo una comparación simple de los competidores y ajustar las tarifas de acuerdo a la condición de mercados. A su vez, automatiza el chequeo de flotas y digitaliza diversos procesos para brindar a los clientes un servicio de calidad.
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Catriel Aubone